La compra-venta del voto tiene una valoración relativa a nuestra concepción teórica de democracia. Si consideramos al voto más como un deber que como un derecho, lo primero que debe ser punible es la abstención. El abstencionista, en este supuesto, sería quien socava la democracia y no el que vende su voto. Cuestión de enfoque.
La historia de los siglos XX y XXI nos demuestra que además de la vía democrática, la revolución (armada) y el golpe de Estado, hay otra forma de acceso al poder, y es la desestabilización (pacífica) que lleva al punto de la ingobernabilidad. De esta última, la marcha es la unidad básica de su ejecución.
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